7 de noviembre de 2023

BENÍN : EL REINO DE ABOMEY Y EL FETICHERO PARLANCHÍN


Desde Cotonou tomamos un autocar que nos llevó a Abomey, donde se encuentran los Palacios Reales, incluidos en la lista de Patrimonios de la Humanidad desde 1985. Entre los años 1625 y 1900, doce reyes se sucedieron en el trono del poderoso de Abomey. Todos ellos construyeron su propio palacio dentro de un mismo recinto cercado por muros de adobe, excepto el Rey Akaba, quien edificó su mansión en un recinto aparte.



Al llegar a nuestro destino, fuimos andando hasta el Auberge pues se encontraba a unos cientos de metros. Al día siguiente desayunamos de lujo, con mermelada, fruta, café, zumo de naranja natural, tortilla de verduras y pan. 


Después del desayuno salimos a sacar dinero para cambiar moneda en el BOA que es el Banco para cambiar euros a CFA, pero tuvimos que ir a 3 bancos porque solo cambiaban un máximo de 200euros. Cuando terminamos con las gestione bancarias, salimos con Simplice, un guía que es también artista, percusionista y trabajó en Francia, Bélgica, Holanda y otros países colindantes a Benín. 

 


Con él fuimos a visitar los Palacios y Abomey pero muchos de ellos estaban en restauración y permanecían cerrados al público.



El reino de Abomey fue fundado a comienzos del siglo XII entorno a la ciudad de Abomey situada en el sur de la República de Benin. Durante los dos siglos siguientes se expandió hacia la costa, llegando a dominar el puerto de Ouidah, emporio del lucrativo comercio de esclavos.



Nos dirigimos hacia la ciudad subterránea de Agogointo. Aquí los guerreros Fon se escondían bajo tierra abriendo unos círculos donde solo ellos tenían acceso. Su profundidad llegaba hasta siete metros. 



Este recinto arqueológico se descubrió hace 25 años y aún están trabajando por parte de la Universidad de Copenhague y la Universidad de Benin. 




En resumen, sólo pudimos visualizar dos agujeros profundos y dos árboles sagrados. Un poco más al fondo había pequeña exposición de cerámica que se resguardaban dentro de una caseta.


 


El guía que se encontraba allí nos explicaba datos de esta cerámica, nos sabía a poco y nos dijo que si queríamos ver un museo que acababan de inaugurar esa misma semana que nos podía acompañar. 



Incluso fue el presidente a inaugurarlo. Le comentamos que sí nos apetecía verlo pues se encontraba a 20 minutos en coche de aquí. Nos dijo que no era un museo al uso y que cuando llegáramos nos lo explicaría.



El misterio resultó ser un edificio gigante donde había un hotel y allí se encontraba el Museé du Vudú,  ubicado en la tercera planta sin ascensor. En realidad se trataba de un museo de cerámica, una colección privada relacionada con las religiones del vudú. 



No dejaban hacer fotos pero al comentarle que para explicarlo en mi blog necesitaba hacer unas pocas fotos, me permitió hacer 4 o 5 fotos al terminar la visita. Esta colección privada pertenecía a un policía y aparte de cerámicas, habían varias esculturas de madera en tamaño natural relacionadas con el vudú, algunas traídas de Nigeria.



En las paredes se mostraban los signos zodiacales y de los elementos . En total son 12 (los signos zodiacales)+ 4 (los elementos de agua, tierra, aire y fuego) forman un total de 16 que multiplicado por 16 dan 256 combinaciones para interpretar a la persona.




Con unos collares de cuentas y conchas lanzándolos hacia adelante y hacia atrás y 7 caracolas van averiguando lo que se les pregunta conectando con los espíritus. Nos explicaron que el vudú no es para hacer el mal sino para adivinar y solucionar temas de salud etcétera.



Después fuimos a ver el Palacio de Akaba y Ghezo, además de algún palacete de segunda categoría. Aunque sólo quedaban los muros y algún que otro relieve de estilo naïf.





Después fuimos con Simplice al Marché des Fetiches. Había (a saber desde cuánto tiempo) cabezas de animales como hienas, monos, aves, despiden un olor fétido, repugnante, olía a pescado podrido. Además, encontramos abalorios para el uso de los sacrificios.



Jugué un rato con unos nenes que se encontraban en el mercado, pero sus mamás permanecían vigilantes para evitar las fotos. Las saludé y los nenes al marchar me decían adiós con sus manitas. Uno de ellos estaba un poco asustado le dejaba que me tocara con sus manitas pues al hablar con su madre parecía ser que aún no había visto un blanco tan de cerca.



Compramos el típico abalorio con cuentas y conchas, son las mismas hojas duras del baobab y 7 conchitas de coral. Salimos del mercado pues hacía un olor espeluznante la verdad, aunque el punto más surreal llegó en el momento que Simplice decide llevarnos a un fetichero y así pudimos preguntar lo que quisiéramos. 



Entramos en una caseta donde se encontraba el joven fetichero aprendiz de su padre, quien nos hizo entrar en una salita lleno de cachivaches y un par de asientos. El joven en cuestión, llevaba tejanos e iba con el pecho al descubierto.



Soy agnóstica pero la curiosidad me llamaba y quería entrar un poco en el juego del vudú. Como ya se sabe, el vudú se utiliza aquí para cosas buenas. 


El aprendiz empezó a tirar unas conchas pequeñas y me las daba con el dinero que le habíamos pagado unos 2000 CFA, €3 y me decía que me pusiera las dos conchas cerca de la boca con el dinero (que olía fatal) y me dijo que pensara bien lo que quería preguntar. 



Luego al entregárselo  lo tapaba con un trapo, me miraba fijamente y se ponia cabizbajo como pensando y me volvía a mirar. Hablaba con el guía mientras me miraba de nuevo y sacó dos conchas grandes tirándolas encima del trapo. Luego sacó las cadenas de conchas y las lanzaba una y otra vez hacia adelante y atrás volviéndolas a tirar al suelo con la segunda y con la tercera. 




Volvió a pensar de nuevo muy concentrado y me hablaba de lo ocurrido en mi vida y me preguntaba si he tenido un familiar malo (quién no) y que alguien que yo siempre suelo ayudar o aconsejar no lo tomaba nunca en cuenta y un sinfín de cosas a las que no le hacía caso y no dando pista alguna. El punto final llegó cuando me dijo que iba a enfermar del estómago que había algo en mi sangre que no iba bien y que tendría una úlcera o algo parecido. 



Le dije que casi nunca he estado enferma pero si es lo que él decía que de alguna cosa tendría que morir tarde o temprano. Él me contestó que veía claramente lo que iba a ocurrir…yo creía que lo que hacía era jugar con la psicología de la gente y no sé con qué divinidades lo consultaba pero no lo tomé en serio aunque me había resultado una experiencia interesante.



Finalizando el día, cenamos en el alberge hacia las 19:00 h un plato de cuscús vegetal y una crêpe de miel. Lo mejor es que pudimos tomar vino de la casa traído de Francia…todo un lujo. 



Dos meses más tarde, en Barcelona fui diagnosticada con la bacteria pylori en el estómago, que me hizo llegar a un nivel muy bajo de hierro y por la que tuve que realizar varias pruebas y tratarme durante unos meses. Fue una premonicion  del fetichero o pura casualidad? Nunca lo sabré...


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