Desde Dassa-Zoumé viajamos con Benoît para visitar un campamento tribal de los Peul.
Antes fuimos fuimos a ver la cueva de la Virgen, un lugar muy venerado porque es donde dicen que apareció la Virgen, junto a la heladera de las montañas. Aparte construyeron una iglesia enorme.
Benoît paga 2000 CFA para visitar la iglesia. Es una basílica de estilo tosco, aún la están reparando y renovando el techo.
La cueva se encuentra bajo las rocas y es la imagen de la virgen que está colgada en la roca viva, justo encima en la base se encuentra la Cruz.
Cada 15 de agosto más de 400000 peregrinos vienen de los países colindantes, sobre todo Nigeria, para congregarse en este lugar.
Volvemos a la carretera con las motos dirigiéndonos hacia el campamento Péul. Pasamos por campos con ganado de vacas donde pastan en la abundancia.
Benoît conduce muy bien y ya cojo confianza. El conductor que lleva a Francisco va algo más agobiado por ir a un ritmo más de paseo pero luego entramos en pista con charcos y la cosa se complica.
Es una experiencia agradable aunque me da respeto pues hace más de 10 años que no iba en moto, además vamos los dos sin casco... todo sea por ver a los Péul.
Denominados también fulanis, los peul eran originariamente nómadas y se encuentran diseminados por todo África Occidental llegando a ser una población de 25.000.000 de habitantes.
Es un pueblo de pastores que habitaban en el Sáhara en la época neolítica. Pintaron los frescos de Tassili. Son nómadas y criadores de ganado vacuno, algunos han sido islamizados y otros conservan sus creencias (péuls rojos).
En Benín los Peul habitan con los pueblos sedentarios, sobre todo en el norte del país pero éstos viven en la zona sur de Benin.
Representan el 7% de la población y también hacen queso que truecan por leche de mijo o productos manufacturados.
En el campamento nos dicen que una mujer acaba de parir hoy y se encuentran todos contentos, se dejan hacer fotos bajo una pequeña donación de 2000 CFA que entrega Benoît para la comunidad.
Las mujeres van ataviadas con telas de colores de lo más llamativos y van con sus bebés en brazos. Otros niños juegan y van corriendo descalzos.
En este grupo hay unos 30 miembros los que conviven juntos. Tienen cabras que van por ahí a sus anchas, las chozas son de adobe en forma cilíndrica y los techos son de paja.
Algunas mujeres llevan el típico traje musulmán, otras llevan sendos pañuelos en la cabeza y collares de adorno, pendientes y sus caras están marcadas por escarificaciones a modo decorativo.
Los niños quieren que les hagamos fotos y vienen corriendo hacia el pequeño grupo que estamos reunidos.
Una bella mujer recoge agua sacándola de una cisterna de plástico y un poco más allá se encuentran los hombres estirados a la sombra sobre esterillas de culto al rezo. Cerca se encuentra a 1 km de distancia, la mezquita.
Nos hacemos fotos también con ellos que van elegantemente vestidos de azul celeste y sus gorritos típicos musulmanes. El lugar es precioso, en medio de la naturaleza y las casas contrastan junto al verdor de los árboles y la vegetación abundante que les rodea. Da la sensación de ser un lugar mágico.
Fotografío a dos mujeres jóvenes por separado y que más tarde me doy cuenta son gemelas, curiosamente iban igual vestidas. Al principio pensé que había fotografiado dos veces a la misma persona pero una tiene la cara más redondita y es más oscura de piel.
Algún bebé al acercarme me tiene miedo y se pone a llorar. Lleva henna en la cara y los ojos pintados además de collares y pendientes.
Antes de la despedida vemos a un señor que viene con la moto para comprar queso que lo tienen en remojo con el agua que ha fermentado en una palangana.
Volvemos por el mismo camino que vinimos con la moto contentos de tener este acercamiento con la etnia Paul. Ha sido una verdadera experiencia y un goce poder ver cómo viven en comunidad.
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