Desde Kpalimé cogimos un taxi-brousse que nos llevaba a la capital del país, Lomé. El camino era en línea recta y fácil, fuimos con más gente y nosotros íbamos delante con el conductor.
Una vez en Lomé la cosa se complicó: primero paramos en un lugar de reciclaje de vidrio (en la baca del coche había cuatro sacos gigantes de botellas de vidrio y lo tenían que descargar) ni siquiera nos dimos cuenta.
Después, una vez los pasajeros desalojaron el taxi- brousse, el buen hombre nos quiso llevar al Hotel Coco Beach. Fue una odisea poder llegar hasta allí pues nos encontramos con caravana y fuimos preguntando a la gente que resultó ser un error pues no era el sitio correcto. Volvimos a intentarlo, nos dijeron que el hotel estaba tocando hacia el puerto al final de todo y por fin llegamos.
El hotel se encontraba junto a la playa y su exterior era una zona muy agradable con un bar-restaurante hamacas, mesas y sillas, sombrillas y una piscina junto al mar. Otra cosa eran las habitaciones, algo espartanas pero con ventilación.
Nos tomamos por fin una cervecita para celebrar la llegada y por la tarde fuimos al Mercado de fetiches de Akodessewa.
El Mercado de fetiches en Lomé funciona desde el año 1963. Se encuentra a unos 4 km al norte del hotel donde estábamos alojados y en 20 minutos llegamos con un taxi.
En la entrada había un cartel que ponía "pagar antes de hacer la visita". Los precios indicaban 3000 CFA por 1 entrada más 2000 CFA por hacer fotos.
Nos adjudicaron un guía para explicarnos las propiedades curativas de cada animal. Si uno es sensible para ver animales muertos decapitados, este no es precisamente su lugar.
Vimos cabezas de guepardos, antílopes, babuinos, ratas, serpiente, pájaros, cocodrilos, manos y pieles de diferentes animales, cráneos, mandíbulas, todo en medio de un olor nauseabundo.
Había infinidad de amuletos y talismanes, un completa colección del mundo vudú.
El mercado de fetiches es el más grande del mundo era una gran plaza con los puestos ordenadamente colocados y había una especie de farmacia de venta de ungüentos y pócimas, además de las consultas de los chamanes y feticheros.
Justo en medio de la plaza principal había esculturas de tres dioses: el del fuego, la fuerza y la fertilidad.
Había tiendas de máscaras y muñecos de madera para realizar vudú . Sólo los sacerdotes pueden realizar el vudú que es la versión “blanca” de la magia animasta.
Entramos en una caseta donde había un curandero de medicina tradicional. En realidad quien está es el hijo que es aprendiz del padre.
La salita estaba llena de abalorios y muñecos, velas y otros objetos que daban un poco de yuyu. El guía nos ha seguía explicando que hay amuletos para los viajes para guardar la casa, para protegerte del mal o para el amor, para la viagra…etc.
Me coloqué un amuleto que tenía forma de collar para tener suerte. El fetichero me pedía unos 8000 CFA por una cuerda con un trozo de tela envuelta con una semilla y le dije que era carísimo, le ofrecí 1000 CFA y al final no llegamos a un acuerdo.
Dimos una vuelta final para ver las tiendas de máscaras pero no nos gustaron. Había unos muñecos con clavos que sí eran curiosos pero a la vez daban también algo de miedo.
Dimos por terminado el mercado de fetiches y al salir a la calle no había ningún taxi que nos llevara de vuelta. Nunca utilizamos tarjeta sim local, sólo nos conectamos cuando hay wifi en hoteles o restaurantes y hasta la fecha no ha sido necesario comprarla.
Caminando un poco entramos en un hotel y le preguntamos a la recepcionista si nos podía llamar a un taxista.
Esperamos un rato y la chica enseguida nos dijo que el taxi ya llegaba. Le dimos las gracias y fuimos hacia el hotel a darnos un baño porque el calor era tremendo.
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