Hoy
salimos con Leopoldo de buena mañana para ver los tata. Son Patrimonio
de la Humanidad en Togo desde el año 2004. Son casas del siglo XVII, más
antiguas que las de Benín.
El trayecto es largo desde Kara. Pasamos por campos de sorgo, maíz, soja y palmeras y las de aceite de palma.
Dejamos aparcado el coche y caminamos por un poblado “losso” donde había unas chozas de paja con la punta del sombrero en forma de bola.
La gente parece estar trabajando y no vemos a nadie, a excepción de una señora que sale al oír ruido.
Seguimos el trayecto y entramos en pista dejando de nuevo a un lado para bajar andando.
Vemos campos de algodón y unos niños que vienen andando del colegio echan a correr para saludarnos.
Pasamos el río a través de un
puente. La zona a donde vamos es la de Koutammako, perteneciente a la etnia de
los Tamberma.
Antes
pasamos por una oficina de la UNESCO para pagar la tasa de 500 CFA. Hay un
indicador que deja bien claro que esta zona es Patrimonio de la Humanidad.
Las tata que vemos están aún por reconstruir porque el amo que cuida de ellas nos indica primero han de recoger la cosecha y luego reconstruyen.
Incluso han
hecho construir unas toilettes tipo tata para el turista que viene a visitarlo
cuando vienen grupos.
La vida de los tamberma es dura, viven de la agricultura, la caza y la pesca.
Las mujeres trabajan duro aunque no tienen ni voz ni voto, aparte de sus múltiples tareas, realizan la recogida de excrementos de animales para reconstruir los tata, una tarea exclusiva de ellas. El bien sagrado es el agua y escasea.
Las casas se ven antiguas pero aún conservan su belleza. A la entrada de una de ellas vemos unos montículos y al preguntar nos dicen que son para las ceremonias de vudú.
Cada comunidad tiene su chamán y hace también de médico.
Seguimos
la ruta y por el camino vemos a unas mujeres que cargan en sus cabezas la
recolecta del arroz. Unos niños nos quieren enseñar la casa árbol, le llaman “la
maison baobab”.
Al llegar hay un despliegue de vendedores con abalorios para ofrecernos los souvenirs pero al haber tanto jaleo, un hombre pone orden.
Me dice que no puedo
tocar la mercancía y que solo señale la que quiero. Veo que está muy
organizados, por lo tanto es un lugar muy turístico.
Mientras,
un chico vestido con abalorios y con arco y flechas se presta a que le haga una
foto. Me pide algo de dinero pero de forma disimulada.
Unos niños nos quieren enseñar la casa árbol, le llaman “la maison baobab”.
Francisco
entra por la obertura del árbol que es precioso y el guía que lo acompaña
empezó subiendo por un hueco del baobab y sale por otro al exterior.
Una vez arriba, baja como un mono apoyando sus pies por las protuberancias del árbol y quedamos alucinados de su habilidad.
El segundo tata que vemos es espectacular, la casa se ve muy antigua.
Subimos a la azotea donde tienen todo el maíz y cacahuetes a
secar.
La mujer que nos acompaña nos hace una demostración de cómo se entra en la cabaña para dormir.
La cocina, tiene una ristra de kopra y en la planta baja los abuelos
duermen junto al fuego, así como los animales ya que no pueden subir a la
azotea.
Empezamos
volviendo hacia Kara pero quedamos algo insatisfechos pues no hemos podido ver a las abuelas
tamberma que suelen lucir una especie de clavo en la barbilla.
Pregunto por ello a nuestro guia Leopoldo y me dice que ya no se encuentran aquí, son nómadas y se han ido al sur de Chad, con sus familias. Como dice un conocido nuestro, son civilizaciones que casa vez se hace más complicado verlas.
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