25 de marzo de 2024

GUAYANA FRANCESA : LA EXÓTICA CAYENA

 

La Guayana Francesa es un departamento de ultramar y una región ultraperiférica de la Unión Europea que se ubica en la costa norte de América del Sur, entre Brasil y Surinam, limitando al norte con el Océano Atlántico.



Nuestro avión de vuelta desde Guadalupe a Barcelona hacía escala en Cayena y teníamos unas horas para visitar su capital.



Contratamos a un taxista para que nos llevara hacia el centro de la ciudad y poderla visitar unas horas. Cayena parecía una de esas ciudades que pertenecen al pasado, adormilada en el tiempo. 



Sus anchas calles con casas coloniales en madera, me hacía recordar los barrios del colonialismo francés en Vietnam y Laos del sudeste asiático con poca gente paseando, tan sólo algunos colegiales vestidos de uniformes saliendo de sus colegios, pocos coches, algún restaurante con terrazas ubicadas en sus porches, donde la vida pasaba de forma tranquila.




Dejamos en uno de sus bonitos edificios las mochilas pidiendo si podíamos dejarlas para luego venir a comer así que nos las guardaron sin problema. Era el hotel restaurante Les Palmiers, donde los turistas y expatriados se reunían y disfrutaban comiendo y charlando.



Nos fuimos primero hacia el fuerte ubicado en una loma, subimos unas cuantas escaleras y allí se encontraban unos niños jugando en uno de los bastiones que miraban a la ciudad. 



La vista desde aquí era magnífica, con el río Cayenne de fondo uniéndose al mar. El Fort Cépéron era una fortaleza que protegía la ciudad de Cayena. Su nombre pertenecía a un célebre jefe indígena que cedió la tierra.



El fuerte era de madera original y se construyó en 1643. El francés Charles Poncet de Brétigny, se unió a los primeros pobladores de la Guayana Francesa y posteriormente compró a los indios la colina en la desembocadura del río.



Con el paso de los años se introdujo la esclavitud entre los indios pues Charles Poncet de Brétigny era un tirano. Pero los indios se rebelaron y destruyeron la colonia francesa.



Posteriormente el fuerte fue transformado de madera a piedra, incluso su nombre se cambió a Fort Saint Michel. Se convierte entonces en bastión, con el fin de defender la ciudad de posibles ataques desde el otro lado del río.



Debajo del fuerte la poblacion comienza a expandirse. Fort Cépéron pasará a ser según los comienzos de conflictos,  holandés, inglés o francés.



A principios del siglo XVIII se quemó el fuerte, así como su pueblo, del que sólo quedan tres edificios en ruinas.



En 1864 fue el fuerte Cépéron fue abandonado. Pero tuvo múltiples apariciones y también se utilizó como depósito de agua en 1867. Durante la primera mitad del siglo XX, se instaló un reloj público para indicar la hora a los habitantes de Cayena. 



Fue restaurado en 2016 para que nadie olvide la importancia de este lugar catalogado como monumento histórico del centro de Cayena.



Saliendo del fuerte visitamos la plaza de las palmeras, con numerosas palmeras reales plantadas.




En uno de los edificios encontramos el Museo de Cayena ubicado en una bella casa colonial.




Dimos una vuelta por diversas calles y posteriormente nos fuimos a comer pues el mercado se encontraba cerrado y la zona de playa quedaba muy demasiado lejos. 



Tomamos un plato típico criollo con gambas, accras, (unos buñuelos riquísimos) y ensalada con pollo y salsa de cóctel muy sabrosa.



El restaurante se ubicaba en una bella casa colonial de tres plantas con terraza en su parte posterior. 



Delante en el porche tomamos café. Arriba se encontraban habitaciones y había unos dibujos de estilo antiguo muy bonitos.



A las tres y media de la tarde nos esperaba el taxista para devolvernos al aeropuerto. Nos dieron ganas de volver para conocer con más tiempo este interesante rincón del mundo, quizás en una próxima ocasión.

24 de marzo de 2024

GUADALUPE : BASSE-TERRE, EL FORT DELGRÈS Y LA PLAYA DE GRAND ANSE

Desde Pointe-à-Pitre salimos con un autobús a Basse-Terre, la capital de la isla De Guadalupe. El paisaje era espectacular, invadido de cañas de azúcar, plataneros y el volcán de Soufrière justo en medio de la isla de 1467 m. S.n.m.



Nos acercamos al mercado para comprar algo de fruta aunque también vendían souvenirs y punch de varios sabores: de coco, de banana, etcétera. 




Desde el mercado fuimos caminando hacia la calle principal donde llegamos hasta la Catedral de Nuestra señora de Guadalupe, muy bonita, con vidrieras y un bello altar con una escultura de un enterramiento. 




En el exterior se podía ver la escultura de la Virgen de Guadalupe Au Sacre Coeur.



Después fuimos caminando hacia el Fort Delgrès, a 1 km y medio por el paseo marítimo girando luego a la izquierda. Entramos en una calle sin asfaltar que te llevaba casi desde la estación de autobuses al fuerte.

 


La fortificación en sí era enorme. Charles Houël, gobernador y señor propietario de Guadalupe, quien desde 1649 toma la iniciativa de fortificar el acantilado que domina el río Galeón con un doble objetivo:




estratégico, con el fin de proteger contra posibles erosiones del Caribe insular y económico, porque su fuerte era imprescindible para ser el principal puerto que debe acoger a los comerciantes procedentes de Europa.




Houël hizo construir una mazmorra, una torre de homenaje, el castillo de Basse-Tèrre de cuatro caras y cuatro plantas, con muros de piedra fortificados,  una terraza de 8 puntas, bajo cuyo abrigo se instalaron los primeros habitantes de la futura ciudad de Basse-Terre.



En años posteriores fue ocupado por los ingleses en 1794 y en 1802 en mayo. Es cuando el fuerte adquirió sus verdaderas cartas de nobleza, durante la rebelión de Guadalupe seguida entre una guerra de color, dirigido por Luis Delgrès y Joseph Ignace y las tropas consulares del General Richepanse, enviados por Bonaparte para establecer la esclavitud.




La heroica resistencia de 1000 rebeldes y su salida por la noche del fuerte para encaminarse hacia su trágico destino colectivo, justifican que Guadalupe haya elegido desde 1989, darle a este fuerte el nombre de Luis Delgrès.




Hoy en día el fuerte constituye un centro esencial de patrimonio histórico de la isla de Guadalupe.



En la entrada nos facilitaron un mapa con señalizaciones de los puntos más interesantes del fuerte dividido en 10 edificios: la polvorera, la cisterna, la entrada del galeón, la salida del galeón, el cementerio  la gran polvorera, la gran caserna, el Memorial Delgrès, el bastión del genio y la caseta de vigilancia.



Encontramos también dos zonas donde hacían vídeos y paneles informativos, uno de ellos en el pabellón de los oficiales.



Había varios miradores donde hacer bellas fotografías pues el lugar era espectacular. Descansamos un poco a la sombra de un árbol admirando el paisaje y salimos para dirigirnos hacia Playa de Grand Anse.



Tomamos un bus hasta Santa Rosa y de allí una naveta a la playa cruzando la montaña.  Al final nos ha llegado la recompensa y no podía ser mejor: una magnífica playa tupida de vegetación.



Al lado había una laguna donde se encontraba gente haciendo kayak. Paseamos por la larga playa, además había palmeras y casuarinas donde tomar la sombra a la orilla del mar. 



Después nos dimos un gran baño (aunque aquí las aguas eran más salvajes), incluso había un letrero que indicaba no bañarse.




Fuimos de nuevo paseando hasta el final de la playa y nos encontramos con una goleta atracada en medio del mar Caribe y sólo había una persona nadando alrededor. Era un barco procedente de Grecia o bien el dueño era griego porque ponía alzado en el mástil la bandera griega y la francesa.



 

Según el libro de un amigo. Lorenzo, cuando hay banderas en un barco una señala la procedencia y la otra indica el impuesto o el permiso de entrar en las aguas del país donde se encuentra, en este caso Francia. 



Volvimos por el mismo camino y nos relajamos un poco en las toallas. Nos entraba hambre y fuimos hacia uno de los restaurantes de playa donde hacían una fórmula de 3 platos y bebida aparte.  


Tomamos de aperitivo acras y boudin (buñuelos y morcilla) y de segundo pulpo estofado con patatas. De postre plátano flambeado y helado de coco. 

23 de marzo de 2024

GUADALUPE : EL MEMORIAL ACTE EN POINTE-À-PITRE

Pointe-à-Pitre, capital económica del archipiélago de Guadalupe, está situada en el centro de Guadalupe, en la intersección entre Basse-Terre y  Grande-Terre. 



Merecía la pena detenerse en ella, aunque sólo fuera por sus calles típicas, sus museos, alguna casa colonial y sus coloridos mercados.



Cercano a nuestro alojamiento se ubicaba la iglesia y una pequeña cueva excavada en la roca, con la estatua de la Virgen de Lourdes, muy venerada en esta isla. Era una réplica de la cueva de la Virgen de Lourdes en Francia.



Pasamos por la Cathedrale de Saint Pierre, con una imponente fachada. Su interior disponía de altas bóvedas y ventanas de estilo colonial. 



Como era Domingo de Ramos se estaba realizando una misa con los alli presentes, que llevaban la típica palma.



Cruzamos la Plaza de la Victoria y fuimos al Mercado de las especias. Es un lugar idóneo para comprar ron, especias y algún artículo más. 




Las mujeres se encontraban un poco aburridas hablando con sus compañeras de venta y eran bastante impasibles con el turista. 



La gente local te ayudaba bastante si te comunicabas en francés,  se prestaban a entablar conversación y a ayudarte.



Después nos dirigimos hacia el Memorial Acte, un museo magnífico sobre la esclavitud en el mundo. 



El museo se encontraba ubicado junto al mar, en el antiguo polígono industrial de Darboussier, a unos 20 minutos andando.  Tuvimos que dar un poco de vuelta pues las calles estaban cortadas con varios camiones de bomberos debido a un incendio. 



Cuando llegamos nos sorprendió encontrarnos con un edificio espectacular.  Fue construído en un lo que antaño fue una fábrica de azúcar. El aire acondicionado  acompañaba para pasar allí un buen rato.



La entrada es un poco cara pero valía la pena, se pagaba €15 por persona. Francisco dijo que era sénior y le descontaron €7. Nos facilitaron una audioguía para escuchar en español.



Dada la envergadura del museo nos lo tomamos con calma. Se exhibían a lo largo de varias salas la historia de la esclavitud y su repercusión de la humanidad a través de los tiempos. 



Tambien habia información pasando por temas derivados como el carnaval, la santería, los franco-masones, el arte y las costumbres cotidianas de los nativos. 




Un gran museo a nivel informativo y ubicado en un edificio increíble. Volviendo hacia el centro, pasamos por una calle con graffitis muy interesantes.




Por la tarde fuimos paseando hacia la Marina du Bas du Fort. Era una marina con restaurantes y cafeterias. 



La mayoría de franceses tenían sus barcos atracados y pasaban sus vacaciones navegando por las islas del Caribe.