Hoy decidimos ir a la estación central de autobuses para dirigirnos hacia Bathsheba, el lado este de la isla, donde toca con el Océano Atlántico.
El recorrido en autobús tardó 45 minutos en llegar y fue a través de un camino plano, por eso hacía tanta calor en la isla, porque toda ella es una planicie.
Las demás islas que visitamos de Santa Lucía y Dominica eran mucho más montañosas y corría más el aire.
Bajamos en la parada antes de llegar al pueblo de Batsheba donde se encontraba el Andromeda Botanical Gardens. Anteriormente estos jardines eran una plantación de azúcar que se hizo transformar en un jardín botánico con los años por una familia de Barbados en los años 50.
Como jardín botánico, la principal función es conservar, investigar, educar y exhibir, las 600 especies de plantas, incluidas más de 120 especies de árboles.
La colección es simplemente asombrosa y el viaje a través de este paisaje de 8 acres es fascinante. Andrómeda es orgánica y viven algunos animales salvajes, incluida la mariposa monarca que han hecho de este jardín histórico su hogar.
Volviendo a la familia que lo creó, fue un regalo de la madre de Iris Bannochie. Era una científica que viajó por el mundo llevando plantas de vuelta a Andrómeda.
En los años 70, el 90% de las plantas ornamentales encontradas en Barbados, fueron introducidas por ella. Era la reina de la horticultura y el Jardín Botánico su legado.
Había 3 senderos en el jardín: el corto, el largo y el largo de entretenimiento así que escogimos este último que te llevaba por todos los recovecos del jardín, con lugares absolutamente encantadores.
Después del ajetreo acabamos la última parte viendo monos. Eran los Green Monkeys traídos de África y que se han convertido en el legado nacional.
Sofocados por la calor, tomamos en el bar un Rhum Punch rico y refrescante.
Bajamos hacia la playa de Bathsheba que se encontraba a 1,5 km. Cuando dimos la última vuelta a la curva nos esperaba una vista espectacular.
Sus amplias playas de arena dorada se extendían a lo largo de una costa de llamativas formaciones rocosas contra las que las olas del Atlántico rompían en cascadas de espuma.
Lo que a primera vista parecían enormes rocas arrastradas por la marea hasta la playa eran en realidad formaciones rocosas que se desprendieron de un antiguo arrecife de coral.
El pueblo de Bathsheba es el hogar de una pequeña comunidad de pescadores y sus familias. A lo largo de la costa había casas de huéspedes, tiendas de ron locales y restaurantes.
Es un refugio para turistas y para los barbadenses que suelen pasar aquí el fin de semana en sus cabañas junto al mar a lo largo de la costa.
Nos colocamos bajo la sombra de las casuarinas escuchando el ruido de las olas salvajes.
Realmente era una playa para surfistas y la vimos peligrosa para podernos bañar, pero nos sorprendió su belleza salvaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te agradezco dejes tu comentario.GRACIAS.