Los autobuses que iban a Saint Pierre salían cada media hora y nos dio tiempo a cogerlo a las 9:30 h. En 50 minutos llegamos, pasando por los barrios de Schoelcher y casa Pilote por una carretera de bastantes curvas.
Una vez en Saint Pierre entramos en la oficina de Información y Turismo. Era la antigua Casa de la Bolsa, de estilo colonial con sus balconadas y porches.
Estaba pintada de azul claro y blanco, y en uno de sus laterales había un reloj y por el otro lado un gran mural.
Cogimos un mapa de los lugares más emblemáticos señalados de la antigua capital y nos pusimos a realizar la ruta que se dividía en tres partes.
Primero fuimos al mercado de de frutas, verduras y souvenirs, vimos alguna mujer cortando pescado y descamándolo.
Caminamos hasta el principio del pueblo donde antes se encontraba la antigua Casa de Esclavos de la que apenas ya quedaba nada, sólo una pequeña estatua de origen volcánico.
Volviendo hacia el centro nos encontramos con las ruinas de Figuier, lo que antaño eran las casas de comerciantes del siglo XVIII.
Originalmente fueron ocupadas por los militares al servicio de la batería de Esnotz, para proteger la ciudad de eventuales ataques por mar.
A continuación nos fuimos a ver el antiguo teatro que fue construido entre 1831 y 1833 y que fue restaurada en el 1900.
Era una réplica del gran teatro de Burdeos con 800 asientos a cuatro niveles punto también fue destruido por la erupción del Montpellier.
Desde la zona superior pudimos ver la antigua cárcel construida en 1661, un lugar de detención provisional antes del traslado a Fort de France.
La única persona que se salvó de toda la ciudad se encontraba en la prisión en ese momento y la lava le pasó por encima del techo salvando su vida.
Su nombre era Louis Ciparis y resultó gravemente herido de quemaduras pero milagrosamente lo encontraron y sobrevivió al desastre.
Bajamos para visitar el Memorial de la Catástrofe de 1902 que aniquiló a la población con las nubes tóxicas del volcán. Este hecho cambió la historia de la isla de Martinica a principios del siglo XX.
La exposición permanente mostraba a través de fotografías y restos encontrados, la grave erupción que mató a más de 28000 personas rindiendo homenaje a los fallecidos.
Como consecuencia de ello, la ciudad de Fort de France pasó a ser la capital de la Martinica.
Había un vídeo de los hermanos Lumière representando la catástrofe de la erupción en Saint Pierre.
El museo lo fundó Frank A. Perret, un americano ingeniero e inventor que estudió vulcanología en Italia, cuando conoció a M.R. Matteucci, el director del observatorio del Vesubio.
Viajó por varias partes desde Sicilia a Hawaii, Islas Canarias y Japón para profundizar en la materia. En el 1929, casi 30 años después, el Mont Pelée volvió a crear signos de actividad y expandió pánico de nuevo en la ciudad.
Una vez visitado Saint Pierre nos fuimos a refrescar a la playa de Anse Turin, de tierra volcánica.
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