Desde Pointe-à-Pitre salimos con un autobús a Basse-Terre, la capital de la isla De Guadalupe. El paisaje era espectacular, invadido de cañas de azúcar, plataneros y el volcán de Soufrière justo en medio de la isla de 1467 m. S.n.m.
Nos acercamos al mercado para comprar algo de fruta aunque también vendían souvenirs y punch de varios sabores: de coco, de banana, etcétera.
Desde el mercado fuimos caminando hacia la calle principal donde llegamos hasta la Catedral de Nuestra señora de Guadalupe, muy bonita, con vidrieras y un bello altar con una escultura de un enterramiento.
En el exterior se podía ver la escultura de la Virgen de Guadalupe Au Sacre Coeur.
Después fuimos caminando hacia el Fort Delgrès, a 1 km y medio por el paseo marítimo girando luego a la izquierda. Entramos en una calle sin asfaltar que te llevaba casi desde la estación de autobuses al fuerte.
La fortificación en sí era enorme. Charles Houël, gobernador y señor propietario de Guadalupe, quien desde 1649 toma la iniciativa de fortificar el acantilado que domina el río Galeón con un doble objetivo:
estratégico, con el fin de proteger contra posibles erosiones del Caribe insular y económico, porque su fuerte era imprescindible para ser el principal puerto que debe acoger a los comerciantes procedentes de Europa.
Houël hizo construir una mazmorra, una torre de homenaje, el castillo de Basse-Tèrre de cuatro caras y cuatro plantas, con muros de piedra fortificados, una terraza de 8 puntas, bajo cuyo abrigo se instalaron los primeros habitantes de la futura ciudad de Basse-Terre.
En años posteriores fue ocupado por los ingleses en 1794 y en 1802 en mayo. Es cuando el fuerte adquirió sus verdaderas cartas de nobleza, durante la rebelión de Guadalupe seguida entre una guerra de color, dirigido por Luis Delgrès y Joseph Ignace y las tropas consulares del General Richepanse, enviados por Bonaparte para establecer la esclavitud.
La heroica resistencia de 1000 rebeldes y su salida por la noche del fuerte para encaminarse hacia su trágico destino colectivo, justifican que Guadalupe haya elegido desde 1989, darle a este fuerte el nombre de Luis Delgrès.
Hoy en día el fuerte constituye un centro esencial de patrimonio histórico de la isla de Guadalupe.
En la entrada nos facilitaron un mapa con señalizaciones de los puntos más interesantes del fuerte dividido en 10 edificios: la polvorera, la cisterna, la entrada del galeón, la salida del galeón, el cementerio la gran polvorera, la gran caserna, el Memorial Delgrès, el bastión del genio y la caseta de vigilancia.
Encontramos también dos zonas donde hacían vídeos y paneles informativos, uno de ellos en el pabellón de los oficiales.
Había varios miradores donde hacer bellas fotografías pues el lugar era espectacular. Descansamos un poco a la sombra de un árbol admirando el paisaje y salimos para dirigirnos hacia Playa de Grand Anse.
Tomamos un bus hasta Santa Rosa y de allí una naveta a la playa cruzando la montaña. Al final nos ha llegado la recompensa y no podía ser mejor: una magnífica playa tupida de vegetación.
Al lado había una laguna donde se encontraba gente haciendo kayak. Paseamos por la larga playa, además había palmeras y casuarinas donde tomar la sombra a la orilla del mar.
Después nos dimos un gran baño (aunque aquí las aguas eran más salvajes), incluso había un letrero que indicaba no bañarse.
Fuimos de nuevo paseando hasta el final de la playa y nos encontramos con una goleta atracada en medio del mar Caribe y sólo había una persona nadando alrededor. Era un barco procedente de Grecia o bien el dueño era griego porque ponía alzado en el mástil la bandera griega y la francesa.
Según el libro de un amigo. Lorenzo, cuando hay banderas en un barco una señala la procedencia y la otra indica el impuesto o el permiso de entrar en las aguas del país donde se encuentra, en este caso Francia.
Volvimos por el mismo camino y nos relajamos un poco en las toallas. Nos entraba hambre y fuimos hacia uno de los restaurantes de playa donde hacían una fórmula de 3 platos y bebida aparte.
Tomamos de aperitivo acras y boudin (buñuelos y morcilla) y de segundo pulpo estofado con patatas. De postre plátano flambeado y helado de coco.
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