Desde Macao fuimos con un autobús a la estación de trenes de Zuhai, donde se encontraba la frontera con China y Hong Kong. Desde Zuhai había conexión con un tren de alta velocidad que en una hora y veinte minutos nos dejó en la ciudad de Guangzhou.
Una vez alojados, salimos del Gran Hotel (se encontraba muy cerca del transporte público en la zona este de la ciudad) y cogimos el metro hasta la parada de Canton Opera.
El edificio de la ópera era una masa gigantesca de cemento. Entramos directo al edificio descomunal, diseñado por la arquitecta iraní Zaha Hadid, es una obra sorprendente, concebida como dos rocas lavadas por el río de Las Perlas.
Se tardó más de 5 años en terminarla y actualmente es donde se representan muchas obras de la tradicional ópera cantonesa, considerada Patrimonio Inmaterial de la Unesco.
Después nos fuimos a cenar y degustamos la gastronomía cantonesa.
Al día siguiente fuimos hacia el Museo de Guangdong, otro edificio espectacular de primer nivel, conteniendo 166000 artículos que incluían pinturas, caligrafías, cerámica, tallas en madera y piedras preciosas.
Tiene una superficie de 67000 m2 y el diseño de su edificio se asemeja a un joyero, curioso, nunca más acertado pues los objetos que se exhiben aquí eran auténticas joyas.
Había 5 plantas pero lo que más nos gustó fueron las cerámicas, las tallas de madera y los relojes antiguos. La entrada era gratuita.
Desde aquí nos fuimos hacia el metro para ir a la parada de Canton Tower. Valía la pena utilizar la tarjeta de 24 horas por 20 renminbis, unos €3.
Una vez llegamos a la Canton Tower, el edificio más famoso de Guangzhou, compramos entrada para subir a 433 metros de altura. Aunque no acompañaba el tiempo por la niebla, quisimos visitarla.
No nos dejaron subir más pues queríamos coger una de las 16 cestas que volaban alrededor de la torre a 450 m de altura pero no pudo ser por el mal tiempo. La torre de telecomunicaciones de Cantón es la segunda torre más alta del mundo, después de la de Tokio.
Arriba se veía con neblina pero a veces se dejaba ver el río de Las Perlas junto a los jardines y el puente que había debajo.
Desde aquí cogimos de nuevo el metro hasta Gongyuanqian. Bajamos y nos dirigimos con ayuda de la gente al Templo del gran Buda, también conocido como Templo Dafo.
Situado en medio del vibrante centro de Guangzhou, el templo era un conjunto de edificios y ofrecía un refugio tranquilo dentro del mundanal ruido.
Situado en la calle peatonal de Beijing Road, en el distrito de Yuexiu, este templo tiene sus orígenes en la dinastía Hang del sur (917-971 D.C). Se reconstruyó en 1663, armonizando los estilos arquitectónicos imperiales y locales de Lignan.
Contenía tres monumentales estatuas de Buda de bronce. A pesar de sus múltiples renovaciones, se erige como un digno testigo del pasado de Guangzhou. La gente rezaba, donaba ofrendas y compraba incienso, dentro de un ambiente relajado.
El paisaje urbano exterior contrastaba con el tranquilo santuario interior. Destacaba el salón principal que albergaba una espectacular estatua gigante de Buda, el salón de las deidades guardianas, el salón de los 500 Arhats (cuando uno alcanza el estado de nirvana) que exhibía estatuas realistas de 300 arthats…
También estaba la biblioteca, el jardín con árboles decorados de lamparitas rojas y sobre todo un panel gigante decorado en alabastro de distintos colores y otras piedras semipreciosas con diferentes deidades, formando un mural en armonía.
Paseamos por el barrio y vimos varias calles interesantes donde habían las antiguas academias de la dinastía Qing.
Encontramos en una tetería antigua un jardín donde había un pequeño lago al que llamaban “Site of the islet of immortality pills”.
Había un panel donde explicaba la historia del lago. Liuyang, en el año 919, el emperador del Estado de Nanhang, ordenó cortar un lago de 1600 metros de largo y en medio del mismo ordenó a los trabajadores apilar un islote con tierra y piedras, dónde los taoístas se dedicaban a hacer píldoras de la inmortalidad.
En el jardín real había impresionantes formaciones de piedra, por lo que también se le llama el jardín de 9 estrellas. El lugar está catalogado como una de las reliquias culturales de la provincia de Guangdong.
Nos sorprendió ver a la gente joven vestida de Manga como en Japón. Eran la mayoría estudiantes. No creía que en China estuvieran tan al día en ese aspecto.
Nos fuimos contentos de Guangzhou y del viaje que habíamos hecho por todos los territorios del Lejano Oriente, contrastando distintos lugares de un mundo lejano a nuestra cultura pero cada vez más cercano.
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